José Antonio Román Ledo se ha ido a un lugar a donde ya no sé cómo le haré llegar algún dibujo. Le mandé para Barataria un retrato de Julio Alejandro, con un poema que hablaba de la muerte, y luego me arrepentí de haber elegido ese poema porque Román (yo le llamaba Román, no Pepe, porque cuando hice la portada de "Visiones de Bécquer " no conseguí que me entrara su nombre completo, y cuando le pedí permiso para acortarlo se rió y me dijo que sonaba mejor así) entonces estaba ya bastante enfermo; y se lo dije a Luis, y me aseguro que nunca había estado tan contento y lleno de proyectos. Esto era en mayo o junio del año pasado. Me decía que las presentaciones de libros había que hacerlas bien, y había que promocionarlos; lo comentábamos a raiz de ese libro que reunía relatos en torno a Becquer y el Moncayo, para el que él escribió "La leyenda del bandido Chupina". Por eso, Cuando leo en las agendas que mañana se presenta "Yogur Griego", la última obra de José Antonio Román Ledo, me da un escalofrío, porque quiero que no sea la última, y me cabreo, porque esta tarde, maldita sea, tengo que presentar un libro que no he escrito, yo, que nunca voy a estos actos, y él que sabe hacerlo tan bien no podrá estar mañana en la presentación de su libro (ni cuando al fin sea la presentación que se ha aplazado hasta el mes de mayo, según me acabo de enterar).
He decidido que, de vez en cuando, subiré al Moncayo, y escondido como Chupina en lo intrincado del bosque sagrado, dibujaré para él, y dejaré los papeles doblados en forma de pajaritas de Huesca, escondidos entre las hayas y los avellanos.
He decidido que, de vez en cuando, subiré al Moncayo, y escondido como Chupina en lo intrincado del bosque sagrado, dibujaré para él, y dejaré los papeles doblados en forma de pajaritas de Huesca, escondidos entre las hayas y los avellanos.
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La ilustración es la que hice para "La leyenda del bandido Chupina", de Román Ledo.
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